Estamos encajadas en un puzzle donde nos unen los buenos y los malos días. Encajadas en una misma vida en la que contamos con millones de momentos juntas, miles de carcajadas, cientos de enfados y aún así, nada ni nadie desencaja esas piezas.
Podría decir que son amigas, pero me quedaría corta, es algo inexplicable. Son personas que sabes que siempre tendrás. Personas con las que puedes ser tu misma, con las que tienes esa infinita complicidad que no necesita de palabras, a las que les contarías todo porque sabes sin ninguna duda que están dispuestas a escucharte.
Son Ellas. Cada una totalmente distinta a la otra, con su simpatía, rareza, locura, sensibilidad, con su raspe y su carácter, aunque podría decir que conozco a cada una a la perfección. Son ellas, aquellas que te han soportado media vida, y lo siguen haciendo, otras que no hace tanto pero te han demostrado mucho, todo en menos tiempo. Que te han aguantado horas y horas hablando del mismo tema, de las que solo quieren lo mejor para ti, de las que te dan consejos, aunque tu después hagas todo lo contrario, pero aun así siguen ahí ayudándote a superar cualquier bache.
Y que, a pesar de todo seguimos bromeando en medio de la calle, empujándonos y riéndonos, sin edad, dueñas del mundo, como sólo se puede ser en ciertos momentos de felicidad.
No se, son ese tipo de persona que dices, ostia, merecen la pena.
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