10 de enero de 2012

El problema no es tropezar, sino que te guste la piedra

Esa sensación de vacío que tenías desaparece cuando de pronto alguien llega a tu vida y, sin darte cuenta, empieza a formar parte de ella convirtiéndose en alguien muy importante para ti. Muchas veces comienzas una amistad con alguien que no conoces, pasa el tiempo, y se convierte en esa persona a la que necesitas contar cosas, con la que necesitas hablar la mayor parte del tiempo y a la que todo te recuerda.

Pasáis momentos geniales, divertidos, que nunca se olvidarán. Pero llega un momento en el que te das cuenta de que ya nada es igual, y lo haces cuando hablas con esa persona, cuando eres consciente de que los temas de conversación van disminuyendo, cuando después de media hora, ninguno de los dos ha escrito ni una sola frase…

Piensas que son paranoias, pero ¿y si realmente todo ha cambiado? No eres consciente de en qué momento todo dejó de ser como era, y no te gusta. Te sientes triste, impotente, lleno de rabia, y ni siquiera sabes qué es lo que tienes que hacer para intentar que todo vuelva a ser como antes.

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